Tour Valle del Arcoíris & Hierbas Buenas

Iniciamos el día con un desayuno entre montañas que despiertan con la primera luz del sol. El camino nos conduce hacia el Valle del Arcoíris, donde los minerales pintan la tierra con tonos intensos, formando uno de los paisajes más asombrosos de la Cordillera de Domeyko.

Valle del Arcoíris: Paleta Mineral de la Cordillera de Domeyko

A 90 kilómetros de San Pedro de Atacama y a 3.500 metros de altitud, este valle geológico es un mausoleo de color y tiempo. Su espectro cromático no es mera decoración, sino la autobiografía de 90 millones de años de historia. Las formaciones rocosas pertenecen a la Formación Purilactis (Cretácico tardío) y Formación Tonel, compuestas por limolitas y areniscas finas que fueron depositadas en antiguos sistemas fluvio-lacustres. Los intensos tonos rojizos provienen de óxidos de hierro (hematita) formados en ambientes oxidantes; los verdes, de clorita y epidota generadas por alteración hidrotermal de intrusivos hipabisales; los amarillos y ocres, de sulfuros de hierro y sales evaporíticas; mientras que los blancos son yeso y halita, vestigios de antiguas lagunas salinas que brillan como nieve bajo el sol desértico.

La experiencia es una inmersión en una paleta viva: caminar entre estas formaciones erosionadas por el viento y el agua durante millones de años permite tocar capas sedimentarias que narran el alzamiento de los Andes. La mañana, con la luz baja, crea juegos de sombras que realzan cada estrato, ofreciendo momentos fotográficos únicos donde los minerales parecen encenderse desde adentro. Es un laboratorio natural donde la geología se hace arte y cada tono es un capítulo de la evolución tectónica de la Puna de Atacama.

Hierbas Buenas: Anfiteatro de Piedra y Memoria

Este sitio arqueológico, ubicado a 65 km al norte de San Pedro en la confluencia de la Cordillera de Domeyko, la Cordillera de la Sal y los Andes (3.050 m.s.n.m.), es el mayor centro de arte rupestre de toda la zona arqueológica de San Pedro de Atacama. En su 'anfiteatro natural' de rocas blandas volcánicas y procesos de plegamiento únicos, se conservan más de 1.000 petroglifos que representan cuatro tradiciones culturales principales: la naturalista de Taira, la tradición Angostura, el Estilo 2 de influencia Aguada y estilos Incásicos, con dataciones que abarcan desde el Formativo Temprano hasta el período Colonial.

Los visitantes se encuentran con un diálogo milenario esculpido en piedra: antropomorfos, camelidae, felinos andinos y sorprendentes primates amazónicos (evidencia de las extensas rutas de trueque que conectaban el Altiplano con el océano Pacífico). Los petroglifos no son simples dibujos, sino un lenguaje ritual que señalaba rutas, marcaba aguadas y transmitía cosmovisión. El sol de la mañana raspa las superficies oxidadas, resaltando las figuras con luz dorada mientras el silencio del desierto permite escuchar los pasos de las caravanas que hace mil años transitaban hacia el oasis. Es una conexión tangible con la cultura atacameña, donde cada grabado es un mensaje de supervivencia y espiritualidad en el desierto más árido del mundo.